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El Barça gana a bostezos, pero acelera hacia la Champions

El Barcelona sigue sin convencer pero, por fin, después de tres derrotas consecutivas en casa, ganó a un Mallorca muy tímido pero que le llegó a poner de los nervios por 2-1 y dio un paso adelante en su búsqueda del subcampeonato, un acelerón más destacado en cuanto a confirmar plaza entre los cuatro primeros para asegurarse una plaza de Champions la próxima temporada.

A la espera del resultado que obtenga el lunes el Betis en Getafe el equipo de Xavi podría consumar el próximo sábado en el Benito Villamarín ante el conjunto verdiblanco, ya de forma matemática, su clasificación para la máxima competición. Es el mal menor, el objetivo de mínimos marcado para un barcelonismo que recibió a Xavi con expectativas, se encendió de ilusión con una excelente racha que le dio a pensar que podría discutir el título al Real Madrid… Y hoy espera, simplemente, que se acabe una temporada con sabor a pesadilla.

El carácter de Araújo, el golazo, y buenas maneras, de Memphis, la solvencia de Busquets, el desempeño de Gavi… Y poco más. La ovación a Ansu Fati cuando salió a calentar y se multiplicó cuando entró en el campo vino a demostrar la necesidad que tiene la desdichada afición azulgrana de reencontrar nuevos y más felices estímulos, desencantada con un equipo cuyo fútbol no responde al mínimo exigido.

Expulsado de mala manera de la Europa League por un equipo de media tabla en la Bundesliga, al Barça se le acabó la velocidad con su triunfo liguero ante el Sevilla que continuaba a la exhibición del Bernabéu. A partir de ahí, como si de un depósito de gasolina en reserva se tratase, desapareció el fútbol, se acabó la intensidad, se evaporó la magia y el mismo equipo del que se decía era capaz de ganar a cualquiera se convirtió en otro al que cualquiera le podía ganar.

Pareció tener tan sentenciada la victoria frente al Mallorca tras los golazos de Memphis y Busquets, que ni apretó el acelerador por buscar más goles, creyéndose que caería el tercero por si mismo ante la timidez de un rival que apenas había disfrutado de una ocasión, de Fernando Niño, a los 18 minutos de partido.

Antes de la media hora ya había celebrado el 1-0 de Memphis, excepcional en el control a la carrera y el remate seco, raso y ajustado al que no pudo responder Sergio Rico y a los 53 minutos, casi entre bostezos, llegó el 2-0, golazo de Busquets que sentenciaba la victoria. No podía ser de otra manera.

El Mallorca quería pero no podía y el Barça jugaba con el tiempo, recibía con algarabía la reaparición, 102 días después, de Ansu Fati y esperaba que se acabase el trámite… Cuando una falta lanzada al área pequeña se encontró a Eric despistado, a Araújo lento y a Raillo atento para marcar el 2-1 y poner la duda, incomprensible, en el resultado.

Con once minutos por delante se volvió a la película tan conocida últimamente en el Camp Nou. Un Barça sin saber si va o viene, con fútbol bajo mínimos y confirmándose con cualquier clase de victoria. Tal como dijo el propio Xavi, ahora ganar no es lo importante, es lo único importante.