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Encerrados y vigilados en su propia casa: los abusos de China a los uigures

Una filtración masiva documenta la campaña de brutal represión del Gobierno chino contra la minoría étnica musulmana que incluye detenciones arbitrarias, torturas y vigilancia intensiva

El uso por parte de China de campos de “reeducación” y detenciones masivas de uigures y otras minorías étnicas ha quedado documentado en los “Archivos de la Policía de Xinjiang” a los que ha tenido acceso la cadena BBC en plena visita de la alta comisionada para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Michelle Bachelet a la región.

Entre los documentos filtrados hay fotografías del sistema penitenciario altamente secreto en Xinjiang y de su política de disparar a matar a quienes intentan escapar, pruebas que desmontan la defensa del Gobierno chino de que esos campos construidos en 2017 son solo escuelas.

Amnistía Internacional (AI) ha podido documentar los “abusos tanto masivos como sistemáticos contra personas musulmanas” que se dan en esta región desde 2017 “bajo el pretexto de una campaña contra el terrorismo”, cuenta la portavoz de AI Olatz Cacho. “Un intento de atacar colectivamente a segmentos de la población tanto por su religión como por su etnia, utilizando una violencia y una intimidación extremas”.

China busca con esto acabar con las creencias religiosas y prácticas culturales islámicas para formar “una China homogénea, con un solo idioma y una cultura identificada y con lealtad hacia el Partido Comunista Chino”.

Para lograr ese adoctrinamiento político y asimilación cultural forzosa, el Gobierno ha emprendido una campaña de detenciones masivas totalmente arbitrarias. Al menos 2.884 de los uigures que aparecen en las fotografías policiales filtradas han sido detenidos. Son internados, muchos con cargos de terrorismo. AI calcula que son más de un millón el total de personas detenidas y llevadas a centros de internamiento donde sufren torturas físicas y psicológicas que consideran crímenes de lesa humanidad.

Tanto dentro como fuera de los campos el sistema de vigilancia en esta región es “súper sofisticado”, asegura Cacho. “Incluso, si eres de una etnia musulmana, puede venir un señor o una señora del Partido Comunista Chino, se presenta en tu casa y se queda allí unos meses para vigilar lo que haces”. Esto se suma al control de los móviles, las cámaras en las calles y la multiplicación de las comisarías.

Los documentos publicados prueban una cadena de mando que llega hasta el líder chino, Xi Jinping. Tras la exclusiva, Xi dijo que nadie puede darles lecciones sobre derechos humanos escudado en las violaciones que ha cometido Occidente con el pretexto de la lucha contra el terrorismo internacional y que han quedado impunes. Para Olatz Cacho hay algo positivo en el intento de China de tapar esos abusos y es que “puede significar que realmente les importa lo que piense la comunidad internacional”.