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La ciudad en el estudio del entorno internacional

Una colaboración de la Asociación Mexicana de Estudios Internacionales

Uno de los fenómenos que ha ido silenciosamente escalando en la discusión de los retos disciplinarios en las Relaciones Internacionales, principalmente latinoamericanas, es lo urbano, representado en la ciudad. Se trata de un fenómeno glocalizante y paradiplomático que influye en la forma de actuar, tanto en lo interno como en lo internacional, de los individuos en sociedad, el cual se ha posicionado como el locus en el que se desarrollan las relaciones políticas, sociales, económicas, culturales, técnicas e internacionales. Además, desde hace varias décadas se le ha reconocido como un actor internacional y, a su vez, con gran influencia dentro de la gobernanza global como promotor de regímenes internacionales.

Si bien en otros campos de las Ciencias Sociales la ciudad es un objeto de estudio, que por definición es complejo como lo es el sistema internacional, el Estado o el mismo individuo, también pueden ser estudiadas desde perspectivas que las Relaciones Internacionales han ido aceptando gradualmente. A pesar de ser una disciplina estatocéntrica, las Relaciones Internacionales no han estado exentas de esta dinámica, ya que están virando al estudio de otros actores y sus dinámicas dentro del entorno internacional. Gracias a esta apertura ha surgido una serie de perspectivas teórico-conceptuales y metodológicas relativas al estudio de la ciudad y su inserción en este entorno. En estos estudios se observan la transdiciplinariedad y la multiescalaridad del fenómeno internacional, con relativa repercusión en la academia latinoamericana.

La ciudad como locus del fenómeno internacional

La ciudad es un actor histórico internacional, una forma de poder y de Estado mucho más antiguo que el mismo Estado-nación, que creó muchas de las instituciones base de las relaciones y de la política internacional, como la diplomacia, los consulados, los enviados especiales, las alianzas y las redes, el arbitraje ⸺base del Derecho⸺, el comercio a corta y larga distancia, la universidad, los estilos de vida, por no decir que el inicio de la misma historia ⸺y la guerra⸺ se construye a través del recorrido y la expansión del fenómeno urbano.

El reto teórico-metodológico al que se enfrentan las ciudades como ente territorial-subnacional en las Relaciones Internacionales es la nula distinción de las teorías hegemónicas (neorrealista, transnacionalista y constructivista) de la desagregación del Estado y sus territorios. La diferenciación entre una unidad subnacional y una subestatal, en pocas palabras, solo la conciben como el escenario (locus) donde otros actores interactúan para ejercer sus propios intereses dentro del entorno internacional. Esto es entendible, ya que lo que verdaderamente estudia esta disciplina son las relaciones entre los Estados, y no necesariamente lo internacional, lo transnacional y lo translocal.

El itinerario transnacionalista abrió el debate hacia otras formas de estudio del fenómeno internacional donde las escalas local, regional, nacional y mundial tomarían mucha preponderancia para el análisis de lo “internacional”, las cuales se deben de asumir meramente como un instrumento heurístico construido en la dualidad agencia-estructura. Esto permitió que la ciudad se asumiera como actor mixto o híbrido, con características asociadas a los actores no estatales o libres de soberanía ⸺como las organizaciones no gubernamentales, los partidos políticos, entre otros⸺, y a elementos del Estado-nación ⸺como la soberanía, el territorio y la población⸺. Esto permitió que las ciudades se estudien desde diversas perspectivas, como piedra angular de la glocalización dentro de la división internacional del trabajo, así como creadoras de nuevas geografías y territorialidades. Así, la importancia de este tipo de lugares se asienta en dos objetivos: poder integrarse en la economía global de manera eficaz y competitiva, y generar las condiciones necesarias para el desarrollo humano.

Dentro de las Relaciones Internacionales y la Política Comparada se ha aceptado la paradiplomacia como el campo principal para observar a los gobiernos no centrales y su acción exterior. Como se ha definido en estudios previos, estos no son estáticos ni homogéneos, considerando que dentro de sus distintas vertientes de interpretación se desprende una renovada mirada de las relaciones internacionales de los actores territoriales, que cuestionan el exclusivo poder del Estado y su gobierno central para definir la política exterior del país, lo que abre nuevas posibilidades de entendimiento entre las sociedades. Así, la proliferación de conexiones transfronterizas, transregionales e internacionales ha permitido el surgimiento de la intermunicipalidad, la diplomacia de ciudad y la cooperación transfronteriza.

A pesar de ello, y como lo indica Michele Acuto, los estudios sobre paradiplomacia han sido capaces de reconocer a las ciudades como actores en los asuntos internacionales, pero carecen del compromiso teórico para explicar los orígenes de su agencia y los impactos mundiales de la creciente interacción entre las ciudades y la gobernanza global. Del mismo modo, un problema clave ha sido el desprecio por las fuentes de dicha “agencia externa” de las ciudades, que han aparecido en estos estudios como actores, sin ser problematizada su base interna para asumir su papel en la política mundial. Desde el punto de vista de la gobernanza global, la ciudad como agente es un tema zanjado, reconociéndolas como actores internacionales que actúan dentro de la política internacional (unidades de análisis). Ahora, lo importante es reconocer su grado de agencia mundial para que sean consideradas sujetos de investigación y, en su momento, nivel de análisis.

La ciudad como agente en el entorno internacional

Su actuación como fuerza política eficaz e influyente en la gobernanza global multinivel cobra cada vez más relevancia en la provisión de soluciones a los asuntos internacionales, por ejemplo, el cambio climático. Ya sea como una unidad subnacional o mediante su trabajo en red, que es señalada por muchos autores como la forma ideal para vehicular la gobernanza global. Debido a ello, desde esta perspectiva urbanocéntrica, ya no están anidadas a un sistema urbano-nacional, de ahí el surgimiento de la ciudad global y la proliferación de las redes globales de ciudades. Aquí, la agencia de las ciudades (mundiales o globales) a través de sus redes comienza a ser vista como una pieza central para entender su influencia actual sobre otros actores.

La gran crítica es que su sujeto de investigación únicamente son las ciudades globales y sus redes transnacionales. En ambas visiones, no van a tomar el lugar de los Estados, pero forman parte de los mismos procesos de reescalamiento de los espacios local, nacional e internacional. Y queda claro que no todas las ciudades son globales y no todas pertenecen a estas redes, por lo que dejan de lado iniciativas de inserción internacional más interesantes para ser investigadas y teorizadas. Asimismo, centran toda su atención en su función e influencia en la gobernanza global, olvidándose de que también son actores importantes para la gobernanza multinivel, local y urbana, y que esa relevancia puede traducirse en la difusión de las buenas prácticas en políticas públicas desarrolladas en su territorio. Incluso, se olvidan por completo de la importancia de su identidad para insertarse en el entorno internacional. De ahí la importancia de abrir una agenda de investigación más allá de la paradiplomacia y la ciudad global.

La proliferación de conexiones transfronterizas, transregionales e internacionales ha permitido el surgimiento de la intermunicipalidad, la diplomacia de ciudad y la cooperación transfronteriza.

Esta nueva agenda permite estudiar a la ciudad como sujeto de investigación a partir de las siguientes perspectivas: a) la inserción internacional de la ciudad como política pública, y con ello entender una política de acción exterior de las ciudades, por ejemplo, el estudio de las ciudades modelo como difusoras de políticas públicas, buenas prácticas e identidades; b) la ciudad en el orden legal global, pues, si bien son actores internacionales, aún no son sujetos internacionales; c) los estudios de las ciudades como posibles sujetos de Derecho Internacional y su influencia en la gobernanza global en la última década han proliferado, y d) debido a ello, y junto con el aumento de su autonomía, han buscado nuevas formas de influencia y posición en el orden legal internacional, con la intención de crear un Derecho Local Internacional y un municipalismo libertario.

Al presentarse como un actor local, subnacional y, a su vez, regional e internacional, representa una confusión identitaria, al igual que otros actores sociales. Aquí el espíritu de la ciudad y su ethos son valores que identifican a las ciudades en su historia y permite la construcción de una estrategia de atractividad internacional de su territorio mediante rasgos identitarios, ya que conjuga elementos sociales, culturales y características físicas que le permiten distinguirse de los demás y ser reconocidos a nivel mundial. Y como lo indicó Vanessa Marx, las ciudades se convierten en puentes entre el territorio y la ciudadanía, y pueden desempeñar un papel fundamental para determinar una nueva etapa en las Relaciones Internacionales.

En el caso de la diplomacia de áreas metropolitanas, la discusión era inexistente hasta hace apenas 5 años. Para la Asociación Mundial de las Grandes Metrópolis, de la misma manera que los Estados, las metrópolis pueden promover sus objetivos e intereses estableciendo enlaces con sus contrapartes y colaboradores internacionales implementando diversas iniciativas. Es decir, una diplomacia de las metrópolis, que no tiene que ver con la diplomacia de las ciudades, ya que en este nuevo metropolitanismo asume un papel de agencia e identidad más allá de lo interestatal, y es capaz de participar en temas como bienes públicos y asuntos globales, según el Instituto para el Estudio de la Diplomacia de la Universidad de Georgetown.

A manera de cierre

Todas las perspectivas anteriormente reseñadas han contado para su análisis con instrumentos teóricos y metodológicos fuera de las Relaciones Internacionales, revisadas desde el campo reflexivo y aplicándolos en el campo de la práctica política. Así, la geografía política, la economía y la sociología son los campos de las Ciencias Sociales que más han aportado al estudio de la ciudad en el entorno internacional. Cada teoría ha tenido su función principal para entender la importancia del estudio de la ciudad en este entorno: situar la problemática del estudio de la ciudad en el sistema internacional, identificar sus relaciones transgubernamentales y asumirla como espacio donde interactúan distintos actores internacionales y, por ende, concebirlo como unidad de análisis.

Posteriormente, reconociendo las partes que permiten su estudio como objeto de análisis gracias a su paradiplomacia. No es hasta principios de la década de 2010 cuando se presenta el auge en los estudios teóricos-conceptuales sobre las ciudades y las Relaciones Internacionales, la mayoría con el objetivo en común de entender la interacción entre la gobernanza global y las ciudades (globales) o metrópolis, mientras que otros se han centrado en aspectos sobre la importancia de la identidad y la imagen, y su influencia en el exterior, para poder asumirla como un sujeto de investigación.

Para muchos estudiosos de las Relaciones Internacionales, las ciudades no han sido estudiadas a fondo, algo que se cuestionaría con lo que se acaba de presentar. El entorno internacional ha estudiado las ciudades desde el amplio espectro de las Ciencias Sociales, mediante diversas perspectivas, distintas ideologías y diferentes enfoques (estatocéntrico, noestatocentrico, urbanocéntrico). Del mismo modo, pueden ser analizadas desde múltiples metodologías, métodos y técnicas. Lo importante en el contexto de esta publicación es que las ciudades han dado pasos agigantados para concretar un papel preponderante en las Relaciones Internacionales ya que, en lo relativo a la política internacional, la importancia que han adquirido en los últimos años en el campo internacional es variada y determinante para resolver problemas de la gobernanza global.

Esto ha motivado a pensar en la generación de un posible espacio de articulación política del futuro, donde las ciudades tengan el peso que se merecen. Esto implicaría nuevos retos en el campo teórico-reflexivo y en la práctica política tanto de la cuestión urbana como del fenómeno internacional, y, en la medida de lo posible, reivindicándola como nivel de análisis y un sujeto del Derecho Internacional. Lo que si se debe de asumir es el incipiente compromiso de la academia latinoamericana para involucrarse en el estudio y la teorización de lo urbano-internacional, donde hay mucho trabajo por hacer.